Senderos cambiantes


Llegamos ya a finales de año. Un año que viene arrastrando desde hace un tiempo atrás  la sombra oscura de la "crisis". Una palabra maldita, que como si de una bacteria que flota en el aire se tratara, acaba infectando finalmente hasta a los que aparentemente no tienen nada que ver con el origen de esta maldición. Por alguna razón , quien más quien menos, a todos nos toca pagar el pato.





Es un momento de convulsión, todo cambiante, como un sendero lleno de curvas, raíces y rocas que chocan una y otra vez contra nuestra rueda delantera, tratando de hacer que nos salgamos del camino y que caigamos.

El hombre se dice que es de por sí de costumbres, rutinario, de coger un ritmo y de mantenerse en la línea. Será por eso que un entorno como el actual no le viene bien a nadie.





Para más recochineo, hay quien se vale de los males omnipresentes, para además, aun sacar más tajada de todo esto, tratando de ocultar unas evidencias de bienestar y apretando aun más las tuercas a quien peor lo está pasando, o a quien en peor situación puede llegar a encontrarse en un momento dado, quedando totalmente sometidos de esta manera a la resignación.

También los hay quien en este cambiante mundo, hace de intervenir en decisiones o situaciones, y querer dibujar un entorno según su ideal o conveniencia, un motivo más de alabanza propia, buscando el reconocimiento propio desde los demás. Hay que estar muy equivocado, inseguro, y ser lo sobradamente falso, como para creer que se hace algo bueno a uno mismo y su entorno de esta manera. A nadie le vienen bien los cambios, y menos cuando uno aun no lo desea.





La aventura betetera nos va enseñado a enfrentarnos a este tipo de desafíos, cambiantes y que te pillan por sorpresa, y a prepararte hasta para lo impredecible.
Dicho todo esto parece que siempre que algo te pilla por sorpresa tiene que desenbocar en algo malo. No seamos pesimistas, la experiencia me dice y demuestra que lo imprevisto también puede llegar a ser muy bueno. Alguna vez nos hemos salido de la ruta marcada y hemos encontrado ese sendero perdido, ese punto de vista del paisaje no visto antes, o simplemente esa otra forma de recorrer el mismo camino de siempre. Nuevas posibilidades, cosas que antes no nos habíamos percatado de que estaban ahí.





Desde luego, el cambio supone un esfuerzo extra, levantar el culo de la silla. Nos va a obligar a menearnos y darle a la cocorota, y hacer aparentemente simples cambios que nos pueden conducir a una mejora.
Dejar aquello de que somos de costumbres y tomar como rutina el cambio, el no parar nunca, ser los amos de la adaptación. Buena filosofía aventurera, semejante a la de un pueblo nómada.

Todo esto te puede pillar de muchas maneras, metiéndote el dedo en la nariz o mirando para otro lado. Sea como sea, hay que tener una actitud optimista frente a quien quiere causar el caos y desconcierto, adaptarnos con esa mínima previsión que hayamos hecho y dejarle claro quíen va a salir beneficiado de todo esto.





Desde luego, que nunca hay que dejar de hacer lo que más te gusta, salir con tu montura, disfrutar de lugares increíbles, vivir todas esas pequeñas aventuras, y si cabe, disfrutar aun más y mejor de todo eso. Es el germen del cambio.
En el fondo, sabes que alguien en algún lugar, estará en su despacho dándole vueltas a la cabezota, tratando de averiguar si finalmente hizo todo el daño que esperaba, y analizando si los números son ahora tan rentables como buscaba que fueran con su maligno plan. 
Mientras tanto, disfrutas de todo lo bueno que te trae este sendero cambiante por el que ahora te toca rodar.




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ARA Salvaje, el film

Una Historia, y la historia en si misma, contada a lo largo del cauce del último rio salvaje del pirineo, el rio Ara. Descenso integral...