Así es, 20 de diciembre, el ambiente templado aun, y un día de esos, que sin prisa pero sin pausa y sin demasiadas pretensiones, te echas al monte para dar unas cuantas pedaladas antes de que el tiempo decida que cambia, y ya no se pueda hacer por un tiempo hasta la mejoría, una de esas buenas rutas por los bosques y campas de Urbasa.
No te cruzas con nadie, ni siquiera se ven animales, solo hojas y más hojas en el suelo . Parece como si la naturaleza aguardara ya en pausa, recogida en su escondite.
Mientras nos adentramos en el bosque, el sonido retumba entre los troncos
y la bóveda que forman las copas de los árboles.
Un eco muy especial, como si del interior de una catedral se tratara.
Abandonamos el bosque , pasando por un pequeño alto,
desde donde ya vemos parte de la Sakana abajo.
Tomamos rumbo para ascender hasta un
punto de la cornisa, desde donde tendremos amplias vistas hacia Gasteiz ,
Aizkorri.. con Agurain justo abajo.
El cielo se va oscureciendo, parece que las nubes quieren ganarle terreno a los claros , y al fondo , amenaza la lluvia.
Los días son cortos y pronto se hará denoche y oscurecerá. Así que sin apresurarnos pero sin parar demasiado tampoco, desandamos nuestro camino, para volver al punto de partida y culminar esta que ha sido la última del otoño.
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